lunes, 12 de diciembre de 2011

CAMBIANDO REGLAS ROMPIENDO MOLDES

El concepto de género5 hace referencia a los estereotipos, roles sociales, condición y posición adquirida, comportamientos, actividades y atributos apropiados que cada sociedad en particular construye y asigna a hombres y mujeres. Todos ellos pueden llevar a desigualdades y, a su vez, estas desigualdades pueden causar inequidad entre hombres y mujeres en el estado de salud y el derecho a la salud.

Un error bastante frecuente es utilizar la palabra género para referirse a sexo. Cuando decimos sexo nos referimos a las características biológicas y fisiológicas que definen a hombres y mujeres. Las estadísticas disgregadas por sexo son las que hacen referencia a datos diferenciados para hombres y mujeres en un determinado campo.

En cambio, si queremos analizar unos datos teniendo en cuenta el género, quiere decir que tendremos que investigar los determinantes sociales, psicológicos, económicos, políticos, étnicos, culturales, medioambientales y biológicos de la enfermedad que sean diferentes y desiguales para hombres y mujeres.

El análisis de género no es sólo el estudio de la mujer, sino que es el análisis de las normas, las creencias, los derechos, las obligaciones y las relaciones que sitúan a hombres y mujeres de forma diferente en el conjunto de la sociedad. Estas relaciones son las que llamamos de género.

Dichas relaciones son de poder y sitúan al conjunto de las mujeres en una posición de desigualdad respecto a los hombres, es decir, de subordinación. Esto no quiere decir que cada mujer esté subordinada a un hombre en concreto, sino que la organización social de las relaciones de género sitúa al conjunto de las mujeres en una posición de inferioridad respecto al conjunto de los hombres6  ..//  COMENTARIO! BUENO YO CREO QUE LAS PERSONAS QUE PIENSAN QUE LOS HOMBRES NO DEBEN DE HACER LAS TAREAS DEL HOGAR Y QUE LAS MUJERES NO DEBEN DE TRABAJAR ESTAN MAL  PORQUE LOS HOMBRES Y MUJERES TIENEN EL MISMO DERECHO  YA QUE LAS PERSONAS NOS OBLIGAN A ACTUAR DE ACUERDO CON LAS FORMAS DE COMPORTAMIENTO QUE LA MAYORIA DE PERSONAS ESPERA DE NOSOTROS......ATENTAMENTE......LISBETH CHAVEZ PANTOJA......

jueves, 15 de septiembre de 2011

HABLEMOS FIRME Y CLARO


La mayoría de los problemas que tienen las parejas están relacionados con la comunicación, bien porque no se comunican entre ellos o por la manera inadecuada de hacerlo

Una buena comunicación facilita la convivencia y supone un apoyo y ayuda mutua. Así, los errores más frecuentes en relación a la comunicación de pareja son:

No luchar por conseguir ratos de intimidad. La falta de comunicación es uno de los principales problemas que pueden surgir en las parejas y que incluso pueden llegar a destruir la mejor relación. Para que la pareja esté unida tienen que haber comunicación, debe luchar para mantener verdaderos ratos de intimidad donde fluya la comunicación y donde pueda hablar sin ser interrumpida por nada ni por nadie

Pensar que el otro conoce nuestros sentimientos y estado de ánimo. No esperes que tu pareja adivine lo que piensas, sientes o te sucede, dile lo que esperas o deseas y no le juzgues o critiques si no es capaz de adivinarlo. Piensa que no lo hace adrede, tan sólo que no tiene capacidad de observación o sensibilidad para captar los pequeños detalles que hablan por sí solos. No culpes a tu pareja.

El cansancio y la falta de tiempo. Uno de los grandes errores en la comunicación es la falta de tiempo y dejarse llevar por el cansancio. Tenemos que hacer un esfu
erzo y superarlo para estar con nuestra pareja, para hacer actividades con ella o simplemente para conversar. De lo contrario, si con frecuencia evitamos estar con ella porque estamos excesivamente cansados o no disponemos de tiempo, la relación se enfriaría y surgiría un distanciamiento entre ambos. El amor hay que cuidarlo y los momentos que se comparten con la pareja son muy importantes para que el amor crezca. COMENTARIO:BUENO PARA MI LA COMUNICACIÓN ES LA BASE DE TODA RELACIÓN PORQUE SIN ELLA NO PODEMOS LLEGAR A UN ENTENDIMIENTO NI LLEGAR A CONOCER A  NUESTRA PAREJA POR LO CUAL LA RELACIÓN FRACASARÍA POR LO TANTO DEBEMOS DE COMUNICAR LO NOS PASA ,SENTIMOS,PENSAMOS PERO TAMBIÉN SABER ESCUCHAR LO QUE LA OTRA PERSONA DICE ASÍ HABRÁ UNA RELACIÓN DONDE HAYA MAS CONFIANZA ENTRE ELLOS. ATENTAMENTE: LISBETH CHAVEZ PANTOJA.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LOS VALORES Y MI SEXUALIDAD



elecciones forman el tejido de la vida humana. Desde la aurora hasta el ocaso, nuestra vida discurre en una cadena ininterrumpida de decisiones, una tras otra. Cuando te levantas por la mañana y te pones unos calcetines grises, en lugar de tus calcetas blancas de deporte, estás tomando una decisión. . A lo largo del día tomamos continuamente decisiones sobre qué hacer, cómo hacerlo y por cuánto tiempo.

Nuestras decisiones reflejan nuestros valores; así también, nuestros valores son como el telón de fondo de nuestras decisiones. Esto quiere decir que nuestros valores constituyen una fuerza orientadora que está detrás de nuestras decisiones. Si aprecias el valor del orden, lo reflejarás con tu decisión de doblar bien la ropa, ordenar las cosas del escritorio antes de empezar a trabajar, etc. Las elecciones y los valores son compañeros inseparables. Nuestras decisiones son la manifestación concreta de nuestros valores. ¿Qué hay de por medio en una elección?

No todas las decisiones producen el mismo impacto en nuestra vida. Algunas, como el matrimonio, marcan un comienzo, un cambio importante en nuestro estilo de vida. Otras, como elegir la corbata por la mañana, repercuten poco en nuestra vida. Sin embargo, todas las elecciones, grandes y pequeñas, constan de algunos elementos que podemos resumir en cinco puntos: 1) libertad de elección, 2) múltiples posibilidades, 3) deliberación, 4) renuncia, y 5) acto de elegir. Cada ingrediente es necesario y, cuando falta alguno, no hay elección.

Libertad de elección 



La elección se basa en una premisa básica: la libertad. Sencillamente, donde no hay libertad no puede haber elección.
La libertad de elección depende de la conciencia, de la reflexión y de la fuerza de voluntad.Una elección no es una respuesta ciega a un estímulo, parecida al instinto de un animal. Es, más bien, la capacidad de tomar una decisión después de haber reflexionado sobre distintas posibilidades.
Incluso la pasividad es una forma de elección: la abstención del ejercicio de nuestra libertad. Equivale a consentir que otras personas o que los acontecimientos decidan por nosotros.

Múltiples posibilidades 



Un día, a las dos o tres de la tarde, el estómago te avisa que ya es hora de comer. Vas al refrigerador, pero lo encuentras vacío. Abres la despensa y encuentras tan sólo una lata de sopa de cebolla, que no hay más que calentar... En este caso sólo existe una opción: la sopa de cebolla (claro que morir de hambre también podría ser una opción, pero no la vamos a considerar). Sólo podemos elegir cuando se presenta, al menos, una alternativa.

Si envías tu solicitud de ingreso a dieciséis universidades y sólo te aceptan en una, no necesitas decidir, pues no tienes alternativa.

Ahora bien, para que se dé una elección no basta con que haya por lo menos otra opción, sino que debes darte cuenta de que existe esa alternativa. En el ejemplo anterior, de nada te serviría descubrir a la mañana siguiente una alacena repleta justamente al lado de la despensa donde encontraste la lata de sopa. Estaba allí, pero no lo sabías; así es que, por lo que ve a tu elección, es como si nunca hubiera existido. Si tu hermanito menor hubiera abierto las cartas de aceptación que te enviaron las dieciséis universidades, te habría perjudicado mucho, pues no hubieras podido elegir lo que no conocías. 

Deliberación 



El aspecto intelectual de una elección se llama deliberación. Consiste en ponderar atentamente las posibilidades según sus aspectos positivos y negativos. «Este coche tiene una línea más elegante y viene con aire acondicionado. Este otro, en cambio, es más barato y gasta menos gasolina...». Deben observarse muchos factores antes de adoptar una decisión. 

Renuncia 




El cuarto elemento de cada elección es la renuncia. Quizá te sorprenda, porque no estamos acostumbrados a enfocar la elección como la negación de algo, sino, por el contrario, como libertad de hacer algo. Pero ésta no es más que una cara de la moneda. La palabra decisión deriva del latín de-cidere, que quiere decir "separar cortando". Seleccionar una parte implica siempre dejar el resto.

¿Recuerdas cuando tu mamá te llevaba de niño a la heladería? Te preguntaba: «¿Qué sabor quieres?», y tras unos momentos de angustiosa indecisión, probablemente mencionabas, al mismo tiempo, dos o tres: «¡Chocolate, ...y vainilla, ...y fresa!». ¿Por qué te costaba tanto decidir? ¿Por qué en ciertos momentos las elecciones resultan tan difíciles? Porque al optar por el de chocolate, eliminabas el de pistache, el napolitano, el de coco, y las demás posibilidades que tanto prometían a tu paladar. Debido a nuestra capacidad limitada, cada elección supone una renuncia. Nos gustaría elegirlo todo... ¡todos los helados parecen tan sabrosos!

Del mismo modo, sólo tenemos una vida para vivirla y nuestras elecciones adquieren un peso especial debido a esa limitación. Tendremos que realizar nuestras elecciones con realismo y reflexión, considerando lo que implican. Si tuviésemos a disposición muchas vidas podríamos ensayar cualquier cosa. Al fin y al cabo tendríamos por delante nuevas posibilidades. Pero, como ya hemos dicho, sólo tenemos un cartucho en la vida, y más vale que lo aprovechemos bien a la primera.



El acto de elegir 




Pero los cuatro elementos mencionados hasta ahora no son suficientes. Nos llevan solamente al borde de la decisión. El escenario está listo, cada cosa está en su lugar, pero falta un ingrediente indispensable: la elección en sí, el acto de elegir. Podría parecer evidente, pero aquí es donde está la esencia de la elección, cuando lo que podría ser se transforma en lo que es. Los otros cuatro componentes constituyen sólo las condiciones necesarias para que la elección sea posible.

Hay dos tipos de elección: elecciones intelectuales y elecciones vitales. No es lo mismo decidir una cosa que realizarla. Una cosa es el plan y otra es la ejecución, aunque ambas sean formas de elección. La elección no es solamente un acto de la inteligencia, sino también un acto de la voluntad.

Basta ver a un niño de seis años en la piscina: decide que ha llegado el momento de tirarse del trampolín de tres metros, como hacen los chicos más grandes. Sube la escalerilla del trampolín tomando bocanadas de aire llenas de resolución; se acerca lentamente hasta la punta, echa un vistazo hacia abajo y le parece que el agua ¡está tan lejos...! que termina por bajar por la escalerilla con igual resolución. Nuestras decisiones manifiestan mejor su radicalidad en las situaciones difíciles.

En la actualidad se ha difundido el temor a elegir, la actitud del «no-comprometerse». Muchos carecen de la madurez básica necesaria para comprometerse en un proyecto, en un ideal, o con una persona, en especial cuando el compromiso es para toda la vida. ¿De dónde proviene esa actitud? De la visión del compromiso, es decir, del ejercicio de la libertad, como una limitación de la libertad personal: «En cuanto me comprometo, quedo obligado; elimino las demás posibilidades y me ato a las consecuencias de mi elección».

Cada elección es total, en el sentido de que el pasado es irrevocable: nunca podré volver atrás y repetir lo que hice o no hice. Con todo, encuentro mi felicidad y mi realización personal precisamente aquí: en ejercer responsablemente mi libertad, y no en llenar un gran depósito de libertad potencial que nunca usaré.

Un hombre rico que no gasta nunca su dinero por miedo a quedarse pobre, termina por vivir como un mendigo (que era precisamente lo que quería evitar). La mentalidad de no-comprometerse encierra una paradoja similar. La persona que teme comprometer su vida en una causa noble, en un ideal, con una persona, vive en realidad como quien no tiene libertad; por temor al compromiso, termina por perder su libertad.

En cada elección, especialmente en las más fundamentales, se acepta siempre un cierto riesgo. ¿Cómo te sentirás dentro de cinco años? ¿Cómo sabes que esto y aquello no cambiará? ¿Cómo puedes estar seguro de haber encontrado tu vocación? Este riesgo no hace más que ennoblecer y embellecer una promesa, pues supone un compromiso maduro y personal, que no depende de las circunstancias actuales o futuras. La fidelidad irá aquilatándose con el paso del tiempo, más aún si viene con dificultades.

Las dos   grandes 
Después de repasar los elementos de toda elección, podemos ahora considerar los tipos de decisiones que existen. Se pueden clasificar según su grado de «trascendencia». Trascender significa ir más allá del momento. Las elecciones trascendentes son las que afectan más profundamente nuestras vidas y las de los demás. Algunas influyen poco; otras lo hacen de modo radical y condicionan nuestras decisiones futuras.

La elección de una carrera. 
Muchas personas afrontan esta decisión. Ciertamente, entre las cuatro que vamos a examinar, ésta es la de menor trascendencia, y varía de individuo a individuo. Para algunos la carrera no es más que la forma más conveniente de poner pan sobre la mesa cada día y de mantener lleno el tanque de la gasolina. Un número cada vez mayor de personas cambia de profesión varias veces durante su vida, según las oportunidades que se vayan presentando.

Para otros, en especial para aquellos que han pasado años estudiando y preparándose, la decisión adquiere mayor significado. Un doctor, por ejemplo, invierte muchos años en prepararse. El motivo de dicha elección depende, a menudo, del deseo de realizar algo en la vida y contribuir de ese modo al bien de la sociedad.

Elegir enamorada o pareja

La mayor parte de las personas, al llegar a la madurez juvenil, afrontan la delicada elección de su pareja. No debe subestimarse la profundidad, la hermosura y la importancia de este paso en la vida, especialmente en una era en la que esta institución humana fundamental sufre violencia y distorsión.

Desconcierta la superficialidad con que muchas personas se acercan al matrimonio, si se tiene en cuenta la seriedad con que afrontan otras decisiones menos importantes. Piensa, por ejemplo, en la elección de un coche. Hay quienes pasan meses buscando marcas y modelos diferentes, consultando a expertos o propietarios de coches. Antes de cerrar el trato quieren estar seguros del consumo de gasolina, de las garantías, del sistema eléctrico, de la durabilidad de los neumáticos: todo ha de funcionar a la perfección. Un coche es una inversión y tiene que compensar el gasto.

La elección del cónyuge sobrepasa infinitamente cualquier compra. Se trata de encontrar un compañero para toda la vida, alguien con quien compartir las alegrías y tristezas, un amigo del todo especial. Los esposos se embarcan en una de las aventuras más grandes que ofrece la vida: formar una familia, célula de la sociedad.

Desafortunadamente, muchos se dejan guiar por criterios periféricos para decidir con quién casarse, reflejo de la concepción tan superficial que tienen del matrimonio. Pasan por alto las cuestiones más profundas y prestan más atención a aspectos frívolos y secundarios. El elemento más importante de compatibilidad entre un hombre y una mujer no está en que les guste jugar juntos a los naipes, o en que tengan alguna otra afición o pasatiempo en común; ni siquiera en el mutuo atractivo.

Aunque estos aspectos también tienen su lugar, el ingrediente primordial debe ser el coincidir en su visión de la vida, de la fe, de los ideales y objetivos para su futuro hogar. Cuando hay unidad en lo que es fundamental y esencial, podrán solucionarse con el diálogo otros aspectos menos importantes en los que no concuerdan. Pero si los ideales, las creencias y las aspiraciones no coinciden, no será de extrañar que surjan graves dificultades cuando la luna de miel ceda el paso a la realidad de vivir juntos.

 


TIPOS DE VALORES


Existen diferentes tipos de valores:
1.- VALORES PERSONALES, que expresan gustos y preferencias individuales, como el tipo de chica que nos gusta, el tipo de pasatiempo que preferimos.2.- VALORES CONVENCIONALES, tienen que ver con los acuerdos sociales que deben seguirse, por ello varían en relación con la cultura; estos rigen las costumbres y las normas sociales; además, dados que están determinados por cada cultura, pueden ser modificados. Por ejemplo:La costumbre de que los varones no usan falda.3.- VALORES ÉTICOS: se trata de aquellos valores que no pueden ser cambiados, tienen validez universal. Son valores éticos, por ejemplo, el respeto a la vida, la justicia, la honestidad y la solidaridad con nuestro prójimo.
Las elecciones forman el tejido de la vida humana. Desde la aurora hasta el ocaso, nuestra vida discurre en una cadena ininterrumpida de decisiones, una tras otra. Cuando te levantas por la mañana y te pones unos calcetines grises, en lugar de tus calcetas blancas de deporte, estás tomando una decisión. . A lo largo del día tomamos continuamente decisiones sobre qué hacer, cómo hacerlo y por cuánto tiempo.

Nuestras decisiones reflejan nuestros valores; así también, nuestros valores son como el telón de fondo de nuestras decisiones. Esto quiere decir que nuestros valores constituyen una fuerza orientadora que está detrás de nuestras decisiones. Si aprecias el valor del orden, lo reflejarás con tu decisión de doblar bien la ropa, ordenar las cosas del escritorio antes de empezar a trabajar, etc. Las elecciones y los valores son compañeros inseparables. Nuestras decisiones son la manifestación concreta de nuestros valores. ¿Qué hay de por medio en una elección?

No todas las decisiones producen el mismo impacto en nuestra vida. Algunas, como el matrimonio, marcan un comienzo, un cambio importante en nuestro estilo de vida. Otras, como elegir la corbata por la mañana, repercuten poco en nuestra vida. Sin embargo, todas las elecciones, grandes y pequeñas, constan de algunos elementos que podemos resumir en cinco puntos: 1) libertad de elección, 2) múltiples posibilidades, 3) deliberación, 4) renuncia, y 5) acto de elegir. Cada ingrediente es necesario y, cuando falta alguno, no hay elección.

Libertad de elección 



La elección se basa en una premisa básica: la libertad. Sencillamente, donde no hay libertad no puede haber elección.
La libertad de elección depende de la conciencia, de la reflexión y de la fuerza de voluntad.Una elección no es una respuesta ciega a un estímulo, parecida al instinto de un animal. Es, más bien, la capacidad de tomar una decisión después de haber reflexionado sobre distintas posibilidades.
Incluso la pasividad es una forma de elección: la abstención del ejercicio de nuestra libertad. Equivale a consentir que otras personas o que los acontecimientos decidan por nosotros.

Múltiples posibilidades 



Un día, a las dos o tres de la tarde, el estómago te avisa que ya es hora de comer. Vas al refrigerador, pero lo encuentras vacío. Abres la despensa y encuentras tan sólo una lata de sopa de cebolla, que no hay más que calentar... En este caso sólo existe una opción: la sopa de cebolla (claro que morir de hambre también podría ser una opción, pero no la vamos a considerar). Sólo podemos elegir cuando se presenta, al menos, una alternativa.

Si envías tu solicitud de ingreso a dieciséis universidades y sólo te aceptan en una, no necesitas decidir, pues no tienes alternativa.

Ahora bien, para que se dé una elección no basta con que haya por lo menos otra opción, sino que debes darte cuenta de que existe esa alternativa. En el ejemplo anterior, de nada te serviría descubrir a la mañana siguiente una alacena repleta justamente al lado de la despensa donde encontraste la lata de sopa. Estaba allí, pero no lo sabías; así es que, por lo que ve a tu elección, es como si nunca hubiera existido. Si tu hermanito menor hubiera abierto las cartas de aceptación que te enviaron las dieciséis universidades, te habría perjudicado mucho, pues no hubieras podido elegir lo que no conocías. 

Deliberación 



El aspecto intelectual de una elección se llama deliberación. Consiste en ponderar atentamente las posibilidades según sus aspectos positivos y negativos. «Este coche tiene una línea más elegante y viene con aire acondicionado. Este otro, en cambio, es más barato y gasta menos gasolina...». Deben observarse muchos factores antes de adoptar una decisión. 

Renuncia 




El cuarto elemento de cada elección es la renuncia. Quizá te sorprenda, porque no estamos acostumbrados a enfocar la elección como la negación de algo, sino, por el contrario, como libertad de hacer algo. Pero ésta no es más que una cara de la moneda. La palabra decisión deriva del latín de-cidere, que quiere decir "separar cortando". Seleccionar una parte implica siempre dejar el resto.

¿Recuerdas cuando tu mamá te llevaba de niño a la heladería? Te preguntaba: «¿Qué sabor quieres?», y tras unos momentos de angustiosa indecisión, probablemente mencionabas, al mismo tiempo, dos o tres: «¡Chocolate, ...y vainilla, ...y fresa!». ¿Por qué te costaba tanto decidir? ¿Por qué en ciertos momentos las elecciones resultan tan difíciles? Porque al optar por el de chocolate, eliminabas el de pistache, el napolitano, el de coco, y las demás posibilidades que tanto prometían a tu paladar. Debido a nuestra capacidad limitada, cada elección supone una renuncia. Nos gustaría elegirlo todo... ¡todos los helados parecen tan sabrosos!

Del mismo modo, sólo tenemos una vida para vivirla y nuestras elecciones adquieren un peso especial debido a esa limitación. Tendremos que realizar nuestras elecciones con realismo y reflexión, considerando lo que implican. Si tuviésemos a disposición muchas vidas podríamos ensayar cualquier cosa. Al fin y al cabo tendríamos por delante nuevas posibilidades. Pero, como ya hemos dicho, sólo tenemos un cartucho en la vida, y más vale que lo aprovechemos bien a la primera.



El acto de elegir 




Pero los cuatro elementos mencionados hasta ahora no son suficientes. Nos llevan solamente al borde de la decisión. El escenario está listo, cada cosa está en su lugar, pero falta un ingrediente indispensable: la elección en sí, el acto de elegir. Podría parecer evidente, pero aquí es donde está la esencia de la elección, cuando lo que podría ser se transforma en lo que es. Los otros cuatro componentes constituyen sólo las condiciones necesarias para que la elección sea posible.

Hay dos tipos de elección: elecciones intelectuales y elecciones vitales. No es lo mismo decidir una cosa que realizarla. Una cosa es el plan y otra es la ejecución, aunque ambas sean formas de elección. La elección no es solamente un acto de la inteligencia, sino también un acto de la voluntad.

Basta ver a un niño de seis años en la piscina: decide que ha llegado el momento de tirarse del trampolín de tres metros, como hacen los chicos más grandes. Sube la escalerilla del trampolín tomando bocanadas de aire llenas de resolución; se acerca lentamente hasta la punta, echa un vistazo hacia abajo y le parece que el agua ¡está tan lejos...! que termina por bajar por la escalerilla con igual resolución. Nuestras decisiones manifiestan mejor su radicalidad en las situaciones difíciles.

En la actualidad se ha difundido el temor a elegir, la actitud del «no-comprometerse». Muchos carecen de la madurez básica necesaria para comprometerse en un proyecto, en un ideal, o con una persona, en especial cuando el compromiso es para toda la vida. ¿De dónde proviene esa actitud? De la visión del compromiso, es decir, del ejercicio de la libertad, como una limitación de la libertad personal: «En cuanto me comprometo, quedo obligado; elimino las demás posibilidades y me ato a las consecuencias de mi elección».

Cada elección es total, en el sentido de que el pasado es irrevocable: nunca podré volver atrás y repetir lo que hice o no hice. Con todo, encuentro mi felicidad y mi realización personal precisamente aquí: en ejercer responsablemente mi libertad, y no en llenar un gran depósito de libertad potencial que nunca usaré.

Un hombre rico que no gasta nunca su dinero por miedo a quedarse pobre, termina por vivir como un mendigo (que era precisamente lo que quería evitar). La mentalidad de no-comprometerse encierra una paradoja similar. La persona que teme comprometer su vida en una causa noble, en un ideal, con una persona, vive en realidad como quien no tiene libertad; por temor al compromiso, termina por perder su libertad.

En cada elección, especialmente en las más fundamentales, se acepta siempre un cierto riesgo. ¿Cómo te sentirás dentro de cinco años? ¿Cómo sabes que esto y aquello no cambiará? ¿Cómo puedes estar seguro de haber encontrado tu vocación? Este riesgo no hace más que ennoblecer y embellecer una promesa, pues supone un compromiso maduro y personal, que no depende de las circunstancias actuales o futuras. La fidelidad irá aquilatándose con el paso del tiempo, más aún si viene con dificultades.

Las dos   grandes 
Después de repasar los elementos de toda elección, podemos ahora considerar los tipos de decisiones que existen. Se pueden clasificar según su grado de «trascendencia». Trascender significa ir más allá del momento. Las elecciones trascendentes son las que afectan más profundamente nuestras vidas y las de los demás. Algunas influyen poco; otras lo hacen de modo radical y condicionan nuestras decisiones futuras.

La elección de una carrera. 
Muchas personas afrontan esta decisión. Ciertamente, entre las cuatro que vamos a examinar, ésta es la de menor trascendencia, y varía de individuo a individuo. Para algunos la carrera no es más que la forma más conveniente de poner pan sobre la mesa cada día y de mantener lleno el tanque de la gasolina. Un número cada vez mayor de personas cambia de profesión varias veces durante su vida, según las oportunidades que se vayan presentando.

Para otros, en especial para aquellos que han pasado años estudiando y preparándose, la decisión adquiere mayor significado. Un doctor, por ejemplo, invierte muchos años en prepararse. El motivo de dicha elección depende, a menudo, del deseo de realizar algo en la vida y contribuir de ese modo al bien de la sociedad.

Elegir enamorada o pareja

La mayor parte de las personas, al llegar a la madurez juvenil, afrontan la delicada elección de su pareja. No debe subestimarse la profundidad, la hermosura y la importancia de este paso en la vida, especialmente en una era en la que esta institución humana fundamental sufre violencia y distorsión.

Desconcierta la superficialidad con que muchas personas se acercan al matrimonio, si se tiene en cuenta la seriedad con que afrontan otras decisiones menos importantes. Piensa, por ejemplo, en la elección de un coche. Hay quienes pasan meses buscando marcas y modelos diferentes, consultando a expertos o propietarios de coches. Antes de cerrar el trato quieren estar seguros del consumo de gasolina, de las garantías, del sistema eléctrico, de la durabilidad de los neumáticos: todo ha de funcionar a la perfección. Un coche es una inversión y tiene que compensar el gasto.

La elección del cónyuge sobrepasa infinitamente cualquier compra. Se trata de encontrar un compañero para toda la vida, alguien con quien compartir las alegrías y tristezas, un amigo del todo especial. Los esposos se embarcan en una de las aventuras más grandes que ofrece la vida: formar una familia, célula de la sociedad.

Desafortunadamente, muchos se dejan guiar por criterios periféricos para decidir con quién casarse, reflejo de la concepción tan superficial que tienen del matrimonio. Pasan por alto las cuestiones más profundas y prestan más atención a aspectos frívolos y secundarios. El elemento más importante de compatibilidad entre un hombre y una mujer no está en que les guste jugar juntos a los naipes, o en que tengan alguna otra afición o pasatiempo en común; ni siquiera en el mutuo atractivo.

Aunque estos aspectos también tienen su lugar, el ingrediente primordial debe ser el coincidir en su visión de la vida, de la fe, de los ideales y objetivos para su futuro hogar. Cuando hay unidad en lo que es fundamental y esencial, podrán solucionarse con el diálogo otros aspectos menos importantes en los que no concuerdan. Pero si los ideales, las creencias y las aspiraciones no coinciden, no será de extrañar que surjan graves dificultades cuando la luna de miel ceda el paso a la realidad de vivir juntos.

 


TIPOS DE VALORES


Existen diferentes tipos de valores:
1.- VALORES PERSONALES, que expresan gustos y preferencias individuales, como el tipo de chica que nos gusta, el tipo de pasatiempo que preferimos.2.- VALORES CONVENCIONALES, tienen que ver con los acuerdos sociales que deben seguirse, por ello varían en relación con la cultura; estos rigen las costumbres y las normas sociales; además, dados que están determinados por cada cultura, pueden ser modificados. Por ejemplo:La costumbre de que los varones no usan falda.3.- VALORES ÉTICOS: se trata de aquellos valores que no pueden ser cambiados, tienen validez universal. Son valores éticos, por ejemplo, el respeto a la vida, la justicia, la honestidad y la solidaridad con nuestro prójimo.
Las elecciones forman el tejido de la vida humana. Desde la aurora hasta el ocaso, nuestra vida discurre en una cadena ininterrumpida de decisiones, una tras otra. Cuando te levantas por la mañana y te pones unos calcetines grises, en lugar de tus calcetas blancas de deporte, estás tomando una decisión. . A lo largo del día tomamos continuamente decisiones sobre qué hacer, cómo hacerlo y por cuánto tiempo.

Nuestras decisiones reflejan nuestros valores; así también, nuestros valores son como el telón de fondo de nuestras decisiones. Esto quiere decir que nuestros valores constituyen una fuerza orientadora que está detrás de nuestras decisiones. Si aprecias el valor del orden, lo reflejarás con tu decisión de doblar bien la ropa, ordenar las cosas del escritorio antes de empezar a trabajar, etc. Las elecciones y los valores son compañeros inseparables. Nuestras decisiones son la manifestación concreta de nuestros valores. ¿Qué hay de por medio en una elección?

No todas las decisiones producen el mismo impacto en nuestra vida. Algunas, como el matrimonio, marcan un comienzo, un cambio importante en nuestro estilo de vida. Otras, como elegir la corbata por la mañana, repercuten poco en nuestra vida. Sin embargo, todas las elecciones, grandes y pequeñas, constan de algunos elementos que podemos resumir en cinco puntos: 1) libertad de elección, 2) múltiples posibilidades, 3) deliberación, 4) renuncia, y 5) acto de elegir. Cada ingrediente es necesario y, cuando falta alguno, no hay elección.

Libertad de elección 



La elección se basa en una premisa básica: la libertad. Sencillamente, donde no hay libertad no puede haber elección.
La libertad de elección depende de la conciencia, de la reflexión y de la fuerza de voluntad.Una elección no es una respuesta ciega a un estímulo, parecida al instinto de un animal. Es, más bien, la capacidad de tomar una decisión después de haber reflexionado sobre distintas posibilidades.
Incluso la pasividad es una forma de elección: la abstención del ejercicio de nuestra libertad. Equivale a consentir que otras personas o que los acontecimientos decidan por nosotros.

Múltiples posibilidades 



Un día, a las dos o tres de la tarde, el estómago te avisa que ya es hora de comer. Vas al refrigerador, pero lo encuentras vacío. Abres la despensa y encuentras tan sólo una lata de sopa de cebolla, que no hay más que calentar... En este caso sólo existe una opción: la sopa de cebolla (claro que morir de hambre también podría ser una opción, pero no la vamos a considerar). Sólo podemos elegir cuando se presenta, al menos, una alternativa.

Si envías tu solicitud de ingreso a dieciséis universidades y sólo te aceptan en una, no necesitas decidir, pues no tienes alternativa.

Ahora bien, para que se dé una elección no basta con que haya por lo menos otra opción, sino que debes darte cuenta de que existe esa alternativa. En el ejemplo anterior, de nada te serviría descubrir a la mañana siguiente una alacena repleta justamente al lado de la despensa donde encontraste la lata de sopa. Estaba allí, pero no lo sabías; así es que, por lo que ve a tu elección, es como si nunca hubiera existido. Si tu hermanito menor hubiera abierto las cartas de aceptación que te enviaron las dieciséis universidades, te habría perjudicado mucho, pues no hubieras podido elegir lo que no conocías. 

Deliberación 



El aspecto intelectual de una elección se llama deliberación. Consiste en ponderar atentamente las posibilidades según sus aspectos positivos y negativos. «Este coche tiene una línea más elegante y viene con aire acondicionado. Este otro, en cambio, es más barato y gasta menos gasolina...». Deben observarse muchos factores antes de adoptar una decisión. 

Renuncia 




El cuarto elemento de cada elección es la renuncia. Quizá te sorprenda, porque no estamos acostumbrados a enfocar la elección como la negación de algo, sino, por el contrario, como libertad de hacer algo. Pero ésta no es más que una cara de la moneda. La palabra decisión deriva del latín de-cidere, que quiere decir "separar cortando". Seleccionar una parte implica siempre dejar el resto.

¿Recuerdas cuando tu mamá te llevaba de niño a la heladería? Te preguntaba: «¿Qué sabor quieres?», y tras unos momentos de angustiosa indecisión, probablemente mencionabas, al mismo tiempo, dos o tres: «¡Chocolate, ...y vainilla, ...y fresa!». ¿Por qué te costaba tanto decidir? ¿Por qué en ciertos momentos las elecciones resultan tan difíciles? Porque al optar por el de chocolate, eliminabas el de pistache, el napolitano, el de coco, y las demás posibilidades que tanto prometían a tu paladar. Debido a nuestra capacidad limitada, cada elección supone una renuncia. Nos gustaría elegirlo todo... ¡todos los helados parecen tan sabrosos!

Del mismo modo, sólo tenemos una vida para vivirla y nuestras elecciones adquieren un peso especial debido a esa limitación. Tendremos que realizar nuestras elecciones con realismo y reflexión, considerando lo que implican. Si tuviésemos a disposición muchas vidas podríamos ensayar cualquier cosa. Al fin y al cabo tendríamos por delante nuevas posibilidades. Pero, como ya hemos dicho, sólo tenemos un cartucho en la vida, y más vale que lo aprovechemos bien a la primera.



El acto de elegir 




Pero los cuatro elementos mencionados hasta ahora no son suficientes. Nos llevan solamente al borde de la decisión. El escenario está listo, cada cosa está en su lugar, pero falta un ingrediente indispensable: la elección en sí, el acto de elegir. Podría parecer evidente, pero aquí es donde está la esencia de la elección, cuando lo que podría ser se transforma en lo que es. Los otros cuatro componentes constituyen sólo las condiciones necesarias para que la elección sea posible. 

Hay dos tipos de elección: elecciones intelectuales y elecciones vitales. No es lo mismo decidir una cosa que realizarla. Una cosa es el plan y otra es la ejecución, aunque ambas sean formas de elección. La elección no es solamente un acto de la inteligencia, sino también un acto de la voluntad. 

Basta ver a un niño de seis años en la piscina: decide que ha llegado el momento de tirarse del trampolín de tres metros, como hacen los chicos más grandes. Sube la escalerilla del trampolín tomando bocanadas de aire llenas de resolución; se acerca lentamente hasta la punta, echa un vistazo hacia abajo y le parece que el agua ¡está tan lejos...! que termina por bajar por la escalerilla con igual resolución. Nuestras decisiones manifiestan mejor su radicalidad en las situaciones difíciles. 

En la actualidad se ha difundido el temor a elegir, la actitud del «no-comprometerse». Muchos carecen de la madurez básica necesaria para comprometerse en un proyecto, en un ideal, o con una persona, en especial cuando el compromiso es para toda la vida. ¿De dónde proviene esa actitud? De la visión del compromiso, es decir, del ejercicio de la libertad, como una limitación de la libertad personal: «En cuanto me comprometo, quedo obligado; elimino las demás posibilidades y me ato a las consecuencias de mi elección». 

Cada elección es total, en el sentido de que el pasado es irrevocable: nunca podré volver atrás y repetir lo que hice o no hice. Con todo, encuentro mi felicidad y mi realización personal precisamente aquí: en ejercer responsablemente mi libertad, y no en llenar un gran depósito de libertad potencial que nunca usaré. 

Un hombre rico que no gasta nunca su dinero por miedo a quedarse pobre, termina por vivir como un mendigo (que era precisamente lo que quería evitar). La mentalidad de no-comprometerse encierra una paradoja similar. La persona que teme comprometer su vida en una causa noble, en un ideal, con una persona, vive en realidad como quien no tiene libertad; por temor al compromiso, termina por perder su libertad. 

En cada elección, especialmente en las más fundamentales, se acepta siempre un cierto riesgo. ¿Cómo te sentirás dentro de cinco años? ¿Cómo sabes que esto y aquello no cambiará? ¿Cómo puedes estar seguro de haber encontrado tu vocación? Este riesgo no hace más que ennoblecer y embellecer una promesa, pues supone un compromiso maduro y personal, que no depende de las circunstancias actuales o futuras. La fidelidad irá aquilatándose con el paso del tiempo, más aún si viene con dificultades. 

Las dos   grandes 
Después de repasar los elementos de toda elección, podemos ahora considerar los tipos de decisiones que existen. Se pueden clasificar según su grado de «trascendencia». Trascender significa ir más allá del momento. Las elecciones trascendentes son las que afectan más profundamente nuestras vidas y las de los demás. Algunas influyen poco; otras lo hacen de modo radical y condicionan nuestras decisiones futuras.

La elección de una carrera. 
Muchas personas afrontan esta decisión. Ciertamente, entre las cuatro que vamos a examinar, ésta es la de menor trascendencia, y varía de individuo a individuo. Para algunos la carrera no es más que la forma más conveniente de poner pan sobre la mesa cada día y de mantener lleno el tanque de la gasolina. Un número cada vez mayor de personas cambia de profesión varias veces durante su vida, según las oportunidades que se vayan presentando.

Para otros, en especial para aquellos que han pasado años estudiando y preparándose, la decisión adquiere mayor significado. Un doctor, por ejemplo, invierte muchos años en prepararse. El motivo de dicha elección depende, a menudo, del deseo de realizar algo en la vida y contribuir de ese modo al bien de la sociedad.

Elegir enamorada o pareja

La mayor parte de las personas, al llegar a la madurez juvenil, afrontan la delicada elección de su pareja. No debe subestimarse la profundidad, la hermosura y la importancia de este paso en la vida, especialmente en una era en la que esta institución humana fundamental sufre violencia y distorsión.

Desconcierta la superficialidad con que muchas personas se acercan al matrimonio, si se tiene en cuenta la seriedad con que afrontan otras decisiones menos importantes. Piensa, por ejemplo, en la elección de un coche. Hay quienes pasan meses buscando marcas y modelos diferentes, consultando a expertos o propietarios de coches. Antes de cerrar el trato quieren estar seguros del consumo de gasolina, de las garantías, del sistema eléctrico, de la durabilidad de los neumáticos: todo ha de funcionar a la perfección. Un coche es una inversión y tiene que compensar el gasto.

La elección del cónyuge sobrepasa infinitamente cualquier compra. Se trata de encontrar un compañero para toda la vida, alguien con quien compartir las alegrías y tristezas, un amigo del todo especial. Los esposos se embarcan en una de las aventuras más grandes que ofrece la vida: formar una familia, célula de la sociedad.

Desafortunadamente, muchos se dejan guiar por criterios periféricos para decidir con quién casarse, reflejo de la concepción tan superficial que tienen del matrimonio. Pasan por alto las cuestiones más profundas y prestan más atención a aspectos frívolos y secundarios. El elemento más importante de compatibilidad entre un hombre y una mujer no está en que les guste jugar juntos a los naipes, o en que tengan alguna otra afición o pasatiempo en común; ni siquiera en el mutuo atractivo.

Aunque estos aspectos también tienen su lugar, el ingrediente primordial debe ser el coincidir en su visión de la vida, de la fe, de los ideales y objetivos para su futuro hogar. Cuando hay unidad en lo que es fundamental y esencial, podrán solucionarse con el diálogo otros aspectos menos importantes en los que no concuerdan. Pero si los ideales, las creencias y las aspiraciones no coinciden, no será de extrañar que surjan graves dificultades cuando la luna de miel ceda el paso a la realidad de vivir juntos.
CH

Existen diferentes tipos de valores:
1.- VALORES PERSONALES, que expresan gustos y preferencias individuales, como el tipo de chica que nos gusta, el tipo de pasatiempo que preferimos.2.- VALORES CONVENCIONALES, tienen que ver con los acuerdos sociales que deben seguirse, por ello varían en relación con la cultura; estos rigen las costumbres y las normas sociales; además, dados que están determinados por cada cultura, pueden ser modificados. Por ejemplo:La costumbre de que los varones no usan falda.3.- VALORES ÉTICOS: se trata de aquellos valores que no pueden ser cambiados, tienen validez universal. Son valores éticos, por ejemplo, el respeto a la vida, la justicia, la honestidad y la solidaridad con nuestro prójimo.
comentario: los valores se refieren a los principios que guían nuestro comportamiento y los padres no saben el daño que les hacen a sus hijos cuando no les hablan sobre el sexo en la adolescencia también  se expresan atreves en la forma como nos comportamos con los amigos padres o en la escuela o con  el enamorado también tenemos que tomar decisiones que nos ayuden o perjudiquen  pero debemos procurar no equivocarnos aunque a nuestra edad  nos vamos a equivocar varias veces por eso todos tienen el derecho de vivir una sexualidad saludable:LISBETH CHAVEZ PANTOJA.

jueves, 18 de agosto de 2011

CONSTRUYENDO NUESTRA LIBERTAD

La libertad consiste en la capacidad de tomar decisiones no obligadas por agentes externos a la voluntad. Impoica autodeterminación, posibilidad de elección, , ser dueño de la propia voluntad y capacidad de disponer de uno mismo.
En un primer nivel, libetad es poder hacer, sin trabas o coacciones , lo que se desea. esta es la libertad externa( ejemplo la libertad política ).
Un segundoo nivel lo constituye la libertad de querer, de poder elegir, elegir hacer o no hacer, hacer esto o lo otro. Se denomina libre albedrío y es la libertad propiamente dicha.
A) LA LIBERTAD SE BASA EN EL CONOCIMIENTO: El conocimiento de nuestras posibilidades, limitaciones y circunstancias hace posible ejercer la libertad y ser eficaces. El conocimiento de nuestras ataduras nos puede llevar a luchar contra ellas y contra las causas y condiciones que las generan, en busca e la libertad real. Para ser libres debemos distinguir la verdad de la falsedad , lo real de lo ficticio, las posibilidades reales de las ilusiones. La puerta para entrar a la libertad es el conocimiento de uno mismo, de las circunstancias y de los posibles efectos de nuestros actos hoy y en el futuro.

B) LA LIBERTAD SE CONSTRUYE: El ser humano no nace libre: se hace libre.N ace con la capacidad de ser libre, de obrar libremente. La libertad es algo que podemos construir y conquistar con esfuerzo,, no se hereda, se forja en una permanente lucha. La mayoria de nosotros no llegamos a ser verdaderamente libres, nos dejamos asediar por nuestros miedos o arrastrar por nuestros deseos, los mandatos e intereses de otros.

C) LA LIBERTAD HUMANA ES LIMITADA: La libertad absoluta no existe, siempre es relativa a algo. OLos mayores peligros de la libertad son las determinaciones culturales, en su mayor parte incoscientes. Hay fuerzas sociales y culturales que pueden determinar al ser humano quitándole su capacidad de elección. para ser libre, el ser humanodebe reconocer estas circunstancias determinantespara luchar o adpatarse a ellas
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comentario:la libertad la capacidad de tomar nuestras propias decisiones sin ser obligados tambien es la capacidad de ser  dueños de nuestra propia voluntad y capacidad de disponer de uno mismo.atentamente:LISBETH CHAVEZ PANTOJA..

Pensamientos y creencias positivas para subir la autoestima

Los seres humanos tenemos un gran poder, y es el libre albedrío. Tenemos el poder para auto destruirnos y también para auto superarnos. Ambas constituyen polaridades completamente diferentes. La propuesta es utilizar ese poder para poder ser mejores día a día, la clave es cambiar las palabras, pensamientos y creencias que tienes para cambiar también los sentimientos y las emociones.
Vivimos en un mundo en donde la mayoría de mujeres nunca terminan de sentirse bien consigo mismas, siempre hay algo que falta, hoy es la nariz, mañana son los glúteos, y finalmente parecería que todo pasa por el “como me veo” en el exterior. Para comenzar a cambiar la forma en que te miras, te sientes te recomiendo tomes nota de los siguientes pasos para trabajar en tu sistema de creencias, pensamientos y las cosas que dices:
PASO 1: Cambia primero la mente.
Entonces cambia tus pensamientos y palabras negativas, por positivas. Comienza a dejar las imágenes del pasado atrás para vivir el presente a pleno. Recrea un futuro positivo, y para que eso suceda debes cambiar el presente hoy. “Lo que continuamente oigo es lo que finalmente creeré”. ¿qué oye tu cuerpo día a día?, ¿palabras de amor hacia tí misma o palabras de no aceptación?
PASO 2: Puedes pensar… ¿Cómo pretender ser positiva si en el mundo esta lleno de noticias y gente negativa?
Comienza por cambiar esto. Busca personas que sumen, que sean alegres que busquen ser mejores día a día. Elige bien lo que vayas a mirar en la TV, lo que vayas a escuchar en la radio y leer en el periódico. Esto te ayudará a ser selectiva con la información que consumes, busca cosas que te hagan sentir bien, eso aumentará notablemente tu autoestima.
PASO 3: Los pensamientos influyen en tu sistema inmunológico
Esta comprobado que los pensamientos de rabia, bronca, rencor, critica o juicio producen ciertas sustancias químicas que debilitan el sistema inmunológico. Cuando los pensamientos son de amor y positivos el cuerpo se estimula y fortalece. Tenemos mas de 60 mil pensamientos al día, ¿que mensajes le estas enviando a las células de tu cuerpo?, ¿cuantas veces al día criticas tu cuerpo o tu forma de ser?, Tu puedes elegir.
PASO 4: Cambia tus basamentos de creencias
La forma en que fuimos educadas, nos condiciona toda la vida si no lo cambiamos por aspectos positivos ya que nos preparan para cuidar y servir a los demás. El tema es que nadie te enseña a como cuidar de ti misma, es por ello que muchas veces puedes sentir miedo a estar sola, al éxito, a que te abandonen…
Esta es una falsa creencia que tienes de tí misma. ¿que puedes hacer para cambiar esas creencias que te llevan a ningún lugar y te hacen sentir insignificante ante el mundo?
Identifica y escribe en una hoja las creencias negativas que has incorporado, que te han alejado de tu esencia y libertad de mujer. Finalmente modifica esos patrones, repítete a ti misma y en voz alta: “de ahora en adelante tengo mi propio sistema de creencias que son…. y allí mencionas los positivos que quieres para tu vida” (ej. “creo en que como mujer merezco ser libre, sentirme realizada, feliz…”).
En la medida en que cambies tus pensamientos, basamentos de creencias y tus palabras, desarrollarás un autoestima fuerte y saludable. Comenzarás a sentirte bien contigo misma y eso te hará merecedora de todas las cosas buenas que la vida tiene preparado para ti.
¡No esperes más comienza ahora a poner en práctica estos 4 pasos!comentario:Bueno lo que yo creo es que las personas deben tener pensamiantos positivos ya que si te equivocas o cometes un error no quiere decir que eres un fracasado porque como dicen ´´DE LOS ERRORES SE APRENDE´´ATENTAMENTE:LISBETH CHAVEZ PANTOJA.